lunes, 17 de noviembre de 2008

Proyecto Destrucción

Capítulo nuevo de las vivencias de nuestra amada Mary Fail. Uno de los proyectos a los que estoy asignado, llamesé Proyecto Destrucción (por ejemplo) tiene varios aspectos que tengo bajo control, pero a ella por avatares del destino (o del planing de los jefes) le ha salpicado. En un punto de la semana pasada me vino a preguntar sobre esta salpicadura del proyecto destrucción, y muy amablemente le comenté que no se preocupara que ese fleco lo tenía controlado. Bien, pues poco antes de la hora de la comida me volvió a preguntar lo mismo, otra vez muy amablemente le repetí que no había problema, la salpicadura estaba controlada. Vuelta de comer, tras disfrutar del café de la tarde y una limpieza de dientes, ¿a que no adivinais qué me preguntó? ¡EXACTO! Ya un poco más subido de tono (aunque no tanto como me hubiese gustado) le grazné que yo me ocupaba de eso, que es mi salpicadura y que me encargaré de ella. Pero ostia, ¿es que hablo en cantonés o es que mi voz tiene una frecuencia que su puto cerebro no capta? Al día siguiente tuve más suerte, sólo me lo preguntó 2 veces más, y sólo mis conocimientos de relajación zen impidieron que aquello acabara como un mal día en un rodaje de Saw V. Fin de semana, relax, trabajo y Mary Fail lejos, muy lejos, felicidad que sólo dura hasta el lunes. Llegamos al trabajo y un poco antes del desayuno me lo vuelve a preguntar... ¡DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS! ¡¡¡VESTE A LA MIERDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

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